Tarbes

Puerta de entrada a los Pirineos y al océano Atlántico, erigida a orillas del Adour, entre llanura, mar y montaña, lugar de nacimiento del escritor Théophile Gautier y el mariscal Foch, a media hora de las pistas de esquí, Tarbes despliega con orgullo su patrimonio natural, monumental y gastronómico. La Catedral de Notre Dame de la Sede del siglo XII, construida sobre un sitio galorromano, alberga muchos tesoros religiosos. La Iglesia de Saint-Jean (siglo XV) acoge un gran retablo barroco. La ciudad está llena de espacios naturales: el Jardin Massey es un remanso de paz y el principal pulmón de oxígeno de la ciudad; el parque Bel Air, frente a los Pirineos, que ofrece un paseo oxigenante entre magnolias, tamariscos y cedros; o el Parque de l'Échez, construido alrededor del río del mismo nombre. El Haras National, un parque natural en el corazón de la ciudad, es la cuna del caballo anglo-árabe. A nivel gastronómico, la ciudad puede presumir de sus habas Tarbais, de origen azteca, que le dan al cassoulet y la garbure su característico sabor. El cordero de Luz Saint-Sauveur, especialidad única de los pastos de verano, y el cerdo negro de Bigorre, criado al aire libre, harán las delicias de los amantes de la gastronomía.

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